miércoles, 9 de noviembre de 2011

9 Noviembre

Personas, conoces tantas a lo largo de tu vida, que si hicieras cuentas no te darían los dedos de las manos y los pies para aproximarte a cuantas, ni multiplicadas por 100. Gente, hay tanta por ahí. Hay tanta vida, tantos momentos y tantas personas con quien compartirla… y a veces, aunque desearías tirarle de los pelos a esa persona que lleva ahí toda la vida, todo todo todo lo malo siempre es superado con lo bueno. Lo bueno son las cosas más insignificantes, jugar a polis y cacos con una pañoleta azul marina de movistar, tirar veinte coches de juguete por una cuesta, jugar en una alfombra de color verde con forma de ciudad, que te disparen con una pistola de bolas naranjas que venden en las fiestas, juntar las barbies y los action mans, o descubrir que tu hermano está metido debajo de tu cama mientras juegas a tu aire. Hacerte mayor y cumplir años con el mismo beso de la misma persona, heredar sus jerséis, sus batas y sus pijamas, comer en el sofá incómodo de la casa de matamá, aguantar broncas y estar castigados, ver las carreras de fórmula 1 todos los domingos con papá, ir a cortar un pino al monte un domingo por la noche y montarlo a las tantas, que durante todos los años que crees en papa Noel y los reyes magos te despierte la misma persona, y encontrar el carbón en el pasillo y el plato del turrón blanco vacío, tener a alguien que te ayude a montar la cuna de tu muñeca favorita, una mini cadena y seguir heredando hasta los bolis del colegio, los libros, la sonrisa y las buenas maneras. Crecer más, aprender a ir viviendo sin depender de él, pero sabiendo que duerme todos los días a dos metros, tener otro hermano y que os cambie la vida, cambiar de casa, de novia, de edredón, de lámpara, ponerle puertas a los armarios, o mampara a la ducha, pero saber que todo sigue siendo igual, que si un día pasa una cosa horrible, vas a poder dormir abrazada a alguien y llorar a su lado, vas a seguir salir adelante, vas a tener quien te valla a buscar en su coche y que si un día estás mal, van a petar en tu puerta para preguntar si te pasa algo. Y el sabrá siempre que tu estás, que vas madurando, que cada vez lo puedes ayudar más, pero sobretodo, que siempre vas a estar. Porque al final, lo importante es tener un espejo, porque los hijos únicos puede que siempre tuvieran muchas más cosas que yo, pero no te tuvieron a ti, no saben como son tus ojos verdes, ni como lloras, ni cual es tu juego de coches preferido. Gracias, no sé a quién por dejarme aprender de una persona maravillosa y darme cuenta de que esto si, nunca va a cambiar.
Felices 23

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