miércoles, 8 de junio de 2011


Estoy cansada, estoy cansada y nadie lo entiende, estoy harta de conversaciones como...
-¿y entonces como sigo? porque si lo llamo para preguntarle que le pasa va a pensar que quiero dejarlo enganchado conmigo por si acaso...
-y lo peor, es que no solo lo va a pensar, se va a dar cuenta de que es así...
-¿entonces, que hago?
estoy harta de razonamientos poco específicos y de ideas sueltas que no llevan a conclusión ni solución final, y al final todo eso, lo lloras y punto, no sacas nada en claro, y lo unico que tienes es que centrarte en un propósito que pueda llegar a convencerte para dejar a un lado la preocupación del principio de la conversación, y eso, eso lo hacemos todos, aquí y en Japón, evitamos temas que sabemos que pueden hacer daño, y hablamos a pies puntillas para dar consejos y tomar decisiones, y en realidad deberíamos ser brutos, porque al menos seríamos más felices, cuando dices las cosas te quedas más a gusto, a mí en concreto me encantaría poderle decir a mi vecina cuanto me molesta el olor del cloro de su piscina, me gustaría poder mandar a hacer puñetas a mi profesora de griego, me gustaría poder salir a la calle, coger a esa tonta por banda y decirle: -que me dás iguaaaaaal, encontrarte y decirte, que me gustas tú aunque lo quiera a él. Y yo soy de las que piensan que seríamos más felices si supiéramos decir lo que sentimos...