viernes, 16 de septiembre de 2011



Y me abandono, como siempre, tan rápido, como los primeros besos y las primeras sonrisas, sabor a sal y olor a hierba mojada…en ese momento dejan de importarme las sonrisas desganadas, los abrazos compartidos, y los besos que puedas llegar a repartir. Y no es fácil hacer como si nada, porque siempre están las marcas, no me refiero precisamente a las de ropa, a las caras o a las baratas, aunque si me declinara por alguna, las caras seguramente serían mis preferidas, y es cierto, son las que más cuestan conseguir, los recuerdos más difíciles de olvidar, lo difícil, lo “no práctico” lo que lastima, pero hablo de otro tipo de marcas, mucho más teóricas o prácticas, de lectura y fácil comprensión, de aire y promesas de hoy si y mañana no. Pero entonces notas el peso detrás de ti, notas que se te viene encima y que al camino no le quedan cinco minutos cortos, que quizás sean cinco minutos de mi padre, es decir, de los más largos, de eses con los que se lían los maridos en los bares y los adolescentes en polvos, lo que tardan las mujeres en prepararse y lo que te puede llevar elegir un regalo para una persona especial. Y las cuestas a veces se relajan, pero se llaman cuestas, si no costaran, el mundo sería un fraude, es decir, como los anuncios, las bolsas de aire, los chalecos salvavidas y la peli de” titanic.” Y no sabes cuanto eres capáz de aguantar hasta que te dás cuenta de todo lo aguantado (siempre mucho más de lo que tenías pensado) pero eso no es culpa de nadie más que de nosotros mismos, de uno mismo cuando se enfrenta a un problema particular, y de nosotros cuando el problema afecta a un colectivo de individuos, nos emperramos en determinar un futuro y que las vías del tren vallan siempre justo y por donde se supone que “tienen” que ir, y analizando el tiempo compartido, todo lo planeado automáticamente tiene que salir mal, como las ganas de mear justo cuando estás en lo mejor de una película, un polvo alucinante o la salida de una estación de servicio… y luego cuando no lo buscas, no lo planeas, cuando entierras los planes y estás a puntito de echar la primera pala de tierra colmada hasta arriba con unas ganas increíbles, se frena el aire, aparece una apisonadora y un camión con excavadora y una grúa móvil, retorciendo y estrujándolo todo, dejando solo los pedazos de lo que algún día desesperabas ser. Siendo pedacitos de todo lo que ayer soñábamos y todos los recortes de revista de bolsos de mano y zapatos brillantes que siempre quisiste tener. Y siempre la misma sensación de tener algo delante que no te deja ver el brillo del sol y te obliga a ponerte detrás, con la lluvia conteniéndose y las lágrimas al borde de lun precipicio de pestañas, pero eso no importa, al menos no a él, ni a él ni a sus ganas de vivir, de nosé si mirarla a ella.. y cuantas veces no tengo ganas de que vuelva, porque cuanto daño me hace que lo haga. Y que no lo haga. Hola. Guapo. Guapa. Hasta pronto.