martes, 30 de abril de 2013


A veces incluso llegas a pensar, vale, frena, demasiado bonito para contárselo a tus hijos ¿verdad? Siempre he creído que somos animales de costumbres, que las cosas, no se deben echar de menos si nunca has contado con ellas, pero y cuando las vives, las sufres, las intentas repetir, ¿alguna vez has dado un beso igual? Aunque sea a la misma persona, nunca ¿verdad? Ni siquiera esos que se dan uno tras de otro, pero sabes a cuantas revoluciones funciona tu corazón exactamente y como te tiemblan las piernas antes de que él te dé esos besos en la nuca, y sabes como se queda mirando tu espalda después de, cuando te das la vuelta para que te abrace, y el voltaje de su sonrisa por las mañanas, cuánto le gusta dormir. Y lo mejor, lo más bonito del mundo, reírte con tu boca siamesa de la suya, a carcajadas, y dar verdadera vergüenza ajena en cualquier sitio público por esa cara de tontos que se nos pone. Sigo acostumbrándome a ti, mi vida no era del todo mala cuando tu llegaste, sin avisar, cuando me dijiste las primeras nueve palabras con esa sonrisa tuya. Te aseguro que me pasaría el día en ella, la tengo estudiada, subrayada, memorizada, y te aseguro que la conozco mejor que nadie y también que, si supiera dibujar, sabría dibujarla con los ojos cerrados, que tú, sin duda eres lo más bonito que me ha pasado, que seguirá pasando en mi vida, porque estoy segura de que me pasaría días, meses, años, en cualquier lugar, haciendo todo eso que la gente hace, pero que nosotros hacemos mejor. Yo no echo de menos nada anterior a ti, supongo que sufro el problema de enamorarme de momentos, pero soy lo suficiente lista para entender que no duran, que pasan dependiendo de cómo, cuánto, sepas aprovecharlos. Yo solo quiero aprovechar hasta la última gota. Quererte sin que me importe donde , cuando y donde se va a terminar, acabar, marcar el fin. Que mal suena eso de los finales, les tengo más miedo que a las multas, las cucarachas, y los condones rotos. Pero hemos de saberlo, todo se termina, dentro de un minuto o dentro de sesenta años, y por eso, como alguien dijo alguna vez, hemos de disfrutar cada momento como si se tratara del último.