miércoles, 4 de abril de 2012

"Sin miedos liberemos nuestros sueños y vamos a recorrer por esos tiempos."

Para empezar, podría hacer un recuento de cuantas canciones conozco que huelen a tí.
Eras la risa sonora que me hacía erizar hasta el pelo nuevo que nace detrás de las orejas.
Fuiste el recuerdo más bello, las tardes más imperfectas, recuerdo por antonomasia tus manos perdidas en mi camiseta, manos que ahora rodean otras caderas menos anchas, y esos dientes que ya no me sonrien ni de la manera menos descarada. Y yo si que pude llegar a decir que te conocía, llegue a quererte de la forma menos humana. Pero echo más en falta tu presencia que tu amor, quererte me hacía ser feliz, escucharte aunque fuera minuto y medio al día, y en medio minuto te fuiste, como un día sin hacer nada. A ese le siguieron otros noventa recordándote hasta que me dolían los dientes de tanto apretarlos.
Pero yo tengo una teoría, una forma de vida que me hace más llevadera la cloaca con olor a ti que te dejaste:
Yo digo siempre que mi amor se fue a finales de enero, te lo llevaste desperdigado en una maleta gris, y me lo acabaste enviando de vuelta con una tarjetita que decía bien claro que no te hacía falta, y volvió a pegarse a mí, hasta que un día, la enterré lo más hondo que pude. Y volví a sonreír a todas horas, y más alto todavía cuando estabas cerca, porque a ladrar me enseñaste bastante. Y la vida acabó por enseñarme, que ser fuerte y fumarme los problemas con mi mejor amiga una tarde vale mucho más que llorar en tu alfombra. Y claro que, la arena que tapa la maleta está revuelta, y cada vez que suspiras y no es por mí, sube, cada vez que sonríes y no me estás mirando, sube, cada vez que no piensas en mi, vuelve a subir. Pero también le encontré remedio a eso: lo primero unas botas de hierro que me ayuden a volver a enterrarla cada vez que se sale de su habitat y lo segundo, tener unos labios que me ayuden a sonreir cualquier lunes, unos brazos que me abracen de vez en cuando si eso quieren y si no, otros vendrán.
Y tú puedes seguir a tus felices semanas, no te necesito tampoco, espero que lo sepas, que seais muy felices. De lejos.

lunes, 2 de abril de 2012




Habríamos parecido dos gilipollas, atados a una mesa que cogea siempre de la misma pata, a dos milimetros del suelo, con el mismo error de fábrica con el que nos vendieron la mentira de un amor sin fecha de caducidad reservada. Habría de quererte más si cabe, todos los jueves de ocho a tres, supongo que no te importará, a mi también dejan de rozarme tus escamas en los brazos al meterme en la cama, pero siguen doliendo tu indiferencia y el rastro que vas dejando, y puedes perderte en un bosque, cómpratelo y piérdete bien, piérdete con quien quieras sin arrastrarme nunca, óyeme bien, nunca. Doler duele pero no creo que llegues a saberlo, terminarás siendo el nada más claro de la historia, será todo del color y la espesura de la niebla y las comparaciones dejaran de ser odiosas para recordarte como uno de los pespuntes mejor dados de mi vida, un braguetazo en toda regla, los gemidos más reales y las manos más ágiles entre mis piernas, habríamos sido todo si de mi se tratase. Tranquilo no volveremos a ser nada, cambie el irme a ratitos y estar siempre, por el no estar nunca y quererte de lejos, cambie el fumarme la sien y los días por ti, a fumarlos por mi y por todos mis compañeros. Al menos ya nadie me hará temblar, y llegará el momento en que no me hará daño ni escuchar tu nombre, no pienso ni pestañear. Habría de quererte a morir, pero a mi no me mata nada, deberías saberlo, y si no, ahora ya lo sabes.