domingo, 26 de febrero de 2012

Dicen que no querrás a nadie, que no sabes querer, que eres así, una persona que no merece la pena (así de simple) que si pude enamorarme de ti podría enamorarme de cualquiera, quien sabe cuantas personas habrán pasado por mi vida diciéndome con total seguridad que algún día te tirarás de los pelos por no tenerme a tu lado. Yo no estoy tan segura, de lo que sí estoy segura es de que no tienes derecho a pedirme nada, lo hiciste lo mejor que pudiste, no te lo reprocho, aunque me lo habrías puesto más fácil estropeándome el corazón con una hostia enorme y no con tantas pequeñitas, el dolor lento es el más jodido. Y a mí no se me dá pasado, ni las ganas de cerrarte la boca a besos, ni el deseo de darlo todo por ti sin importarme el final feliz o el tortazo contra un muro, como si buscara una segunda parte para esta historia que no existe, que no se encontraría nunca. No consigo olvidarte, y continuo luchando contra tu sonrisa escapando de tu mirada, de todo lo que tenga que ver contigo. Pero sigue encendiéndose algo cuando escucho tu nombre, y se antoja difícil meterme en cama sin quitarme de la cabeza un beso largo en un bus un domingo de enero, la canción que cantabas una mañana a las ocho y media, las risas con las caras pegadas en una playa, tus mensajes de “ábreme” o “yo ya llegué” que no volverán a sonar en mi móvil, todas las películas que vi por ti, todas las palabras que leí y escuché de tu boca, todas las veces que te reías de mí por tardar mucho en ducharme, por como me sudaban las manos o por como tiemblo, por llegar siempre después de ti, por dejarte hacer todo a tu manera. Todas las veces que pensé en tu vida, en tus miedos, en tus problemas, en lo que llevas vivido, todas las vueltas que le dí para que las cosas salieran bien, todo lo que llegué a dar por ti día a día. Y ahora me cuesta, ¿tu te imaginas lo que me cuesta hacer que no te conozco?, ¿mirar que buscas en mí algo que yo no quiero ni puedo darte y sentirme culpable?, pensar que puede que nadie se llegue a dar cuenta como yo de cuanto, mereces la pena, y encima el miedo que me produce pensar en que nadie sepa llegar a quererte, o peor aun, que te llegue a querer más que yo. Yo noto como si hubiera un vacío enorme, como si se hubiera partido América del norte de América del sury no supiera como cruzar la frontera. No te imaginas lo que es estar todo el día olvidándote, intentando vencer algo que no hay por donde coger. Pero el amor es así, te deja la vida descolocada, y llega un momento que se va hacia cualquier lugar, te descuelgas de su boca y el te suelta la mano, y siempre que caes al suelo aparecen todas esas personas que merecen la pena y se vuelven locos por hacerte sonreir, por sacarte de la cama los domingos, por no dejarte llorar cuando estás en una discoteca y te lo encuentras de frente, y otra veces te dejan llorar sin decir nada, para decirte que eres una mujer increíble y quien no sea capaz de verlo no te merece. Y cuando casi te convences, piensas en los besos que tuviste puestos en los labios de otra mujer, y todos los muros que construyes durante días se vienen abajo un domingo sola, acostada en tu alfombra marrón, y sabes que volverás a ser feliz, pero también sabes lo que te está costando conseguirlo.