domingo, 4 de octubre de 2009

Busca, rebusca, tantea la ultima nota, de su nueva canción.
Ya van tres días, devería salir a la perfección, y no, joder, no se haya, no le apetece, no se siente con cojones, lleva días trajinando en demasiadas técnicas, que intenta inquirir en su soledad, poder solazarse con su guitarra, con esa amiga fiel, tan roja, tan negra, tan perfecta.
Le trastoca el caracter la gente, las prisas, algunos momentos, le desazonan las miradas furtivas, que lo agovien, que sueñen con el, vive en su maldito mundo, y lo entiendan o no, no quiere salir, joder es feliz así.
Piensa, en la gente, en lo que ha recorrido durante su vida, en sus sueños, en su futuro, le encanta imaginarse encima de un escenario infinito, con millones de personas observandolo. Sonríe. Sí, eso le haria inmersamente felíz.
Uno, otro, acordes sin sentido, como le apetecen, desvariar un poco, dejarse llevar, la codicia lo invade, y siente ganas de rescatar aquella vieja libreta marrón, donde empezara a escribir varios temas, pero no le gustan, le sobran algunas cosas y le faltan demasiadas.
Si, demasiadas experiencias vividas en los ultimos meses, dias, horas...
Y otra vez, una escala maquinada, preparada, y ya su desmoralización se hace a un lado, comienza a sentirse demasiado grande, casi hasta el punto de tocar el cielo con los dedos, y se siente el dueño de todo, el amo de ese mundo, de aquel que tenía entre sus manos.
Decidió. Su futuro se iría componiendo, de personas que no tuvieran envidia, de cosas inimaginables, de sorpresas, de ganas, de días buenos, pero todo, sin hipotecar el futuro.

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