martes, 22 de octubre de 2013

Supongo que no debemos pensar en ello, simplemente es así, y todo pasará sencillamente sin darnos cuenta, los años juntos, o los olvidos que tendremos que hacernos, ponte en situación, es decir, los rotos que tendría que reparar si algún día coges mi corazón y te largas, sin prisa, pero sin poder hacerle nada. Pero es mejor no pensarlo, porque no me gustan las cosas que no puedo programar, por ejemplo, no puedo planear el viernes un lunes, y esas cosas, las que se me escapan de las manos, pueden llegar a superarme. Es decir, no sabría decirlo, o explicarlo, en este caso no tengo muy claro cuál es el término más concreto, el que lo explica con más exactitud, pero da lo mismo. No sabría decir como de oscuros serían los días si esto acaba, pero estoy convencida de que tendría ganas de arrancarme la piel, porque es suya, y que no podría pensar en él porque con sólo hacerlo me volvería loca. O sea, me da miedo, horror.
Pánico, la idea de que en un momento de mi vida me apetezca preguntarle algo, incluso la cosa más tonta, no tiene porque ser importante, y no le encuentre. No encontrarle desnudo un domingo por la mañana a mi lado, o simplemente al otro lado del teléfono, la idea de que me llamen enana y no tengan su boca, o esa forma de sonreír. Esta claro que estas últimas lineas cada uno las entenderá a su manera, que jamás será la mía, que es complicada de entender, como lo son todas las cosas hermosas de este mundo, es cierto eso de que las cosas más bonitas no son para explicarle a nadie, simplemente se sienten, y se evaporan dejando ese aroma, recuerdo, esas trivialidades o incógnitas tan nefastas para los demás y tan maravillosamente simples para uno mismo. Y no volvería a ser igual, sinceramente, me produce nauseas pensar que puede haber vida después de ti. Que puede haberla, y sí, lo más probable es que la haya, pero no la quiero.

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