viernes, 9 de diciembre de 2011


Me siento a esperar, puedo esperarte una vida, de verdad, todas las vidas que quieras ,(las siete si soy gata)volando detrás de ti, viendo como despegas y te das de bruces contra una farola de color verde, verdes los ojos que te miran. Y vale la pena, te lo aseguro, aunque quieras engañarme, sé que mereces la pena, no te empeñes en fingir ser una fuente cualquiera, porque a mi gusto eres como la Fontana Di Trevi, y por más deseos que te pida, escuchas a duras penas y te haces el sueco. Y ya sé, sé que es tu manera de ser, que tus calcetines tienen que llevar esa letra, que tus tenis se atan así, que la ropa te queda mejor negra y el corazón, mejor guardadito en una caja fuerte. Que lo que piensas, lo sabes tu y nadie (sin excepciones) tiene más prioridad de paso que entrar hasta la cocina, y no te creas que dice gran cosa de ti; solo que eres desordenado, que te gustan los platos fáciles y te comes cualquier cosa a simple vista, pero eres exquisito eligiendo, y aunque quieres parecer fácil, posiblemente sea más fácil tener un pez sin agua durante dos horas, que tenerte una semana en mi cama. Y acostumbrarme a ti es tan fácil, el problema es que cuanto más estás, menos me apetece que te vallas, y es un problema, créeme que lo es. Dependo de ti, te quiero a ti. Pero supongo que es una carga que puedes soportar, que rechazas por que quieres, ya lo sé, y sé que sabes decir no, nunca lo he dudado. Y te lo digo ahora, llama a la puerta las veces que quieras, vive entre mis sábanas por las noches y vete por la mañana temprano, dame besos, o mucho mejor, no me los des, pero quédate a mi lado cosido a mi sombra.

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