martes, 8 de diciembre de 2009

Juraría que había estado en aquel lugar alrededor de doce veces, con la misma cámara colgada al cuello, contiguas llaves en el bolsillo y misma música tirana sonando en aquel viejo y tirrio altavoz.
Hacía tiempo que no jugaba a jurar, que no jugaba a querer, ni tan siquiera a hablar tranquila, a cualquier cosa la llaman tiempo, quiero decir, que diciendo " hacía tiempo" englobo un tiempo indefinido, pudo ser la semana pasada o hace cinco años. Pero esa es otra historia.
Ella sabía que él volvería, no se marcharía así sin despedidas, el problema es que sus finales, se repetían continuamente. Y creía que esa sería la definitiva, la no va más. Cinco minutos después el la besaba como el primer día, es increíble su capacidad para aniquilar cualquier tipo de barrera visual o psicológica por un par de besos, al fin y al cabo, alquilados.
Se abstiene a cualquier propuesta de movimiento, las cosas claras, los cambios no le acaban de caer bien, tienen algo que no le hace gracia, ni una pizca.
El alcohol, hace que de vez en cuando mezcle conceptos, aveces incluso sentimientos, y cuando llega a casa los vomita en forma de lágrimas, esta noche quizás no le lleguen las manos para contar los tequilas, y todo su sufrimiento, finaliza irremediablemente en él. Porque aveces, cuando no queremos que algo nos afecte, termina por sucumbirnos la mente de tal manera, que solo vivimos para cual problema, esa es la cuestión.
Ella esta noche dormirá sóla, y mejor sóla que mal acompañada.

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