martes, 27 de diciembre de 2011


Y yo más en bandeja no te lo puedo dejar, porque de rodillas las faldas no me quedan bien, que los volantes rozan el suelo y parezco estúpida, y tu verás lo que quieres de mi, aprovéchame al máximo aunque después me tires al rio, sabes que me da igual, que puedo conformarme toda la vida teniendo un pie tuyo en mi cama, unos calzoncillos entre mis bragas y tu nombre entre todas las hojas de todos mis libros. Que puedo dejarte notas por la calle y pedirte como regalo primogénito a los reyes magos, entre el secador y una colonia para mi padre. Puedo recibir el nuevo año contigo y conformarme con verte un ratito. Y te alquilo el corazón, un par de días, o déjame probar tu cabecita, a ver si consigo entender algo, que igual me viene bien, y dejo de comer ostias, que te juro que cada vez saben más a rayos, y nunca había probado unos rallos tan fuertes ni tan agrios. Nunca había tenido el corazón tan amargo, y nunca me habían temblado así las piernas, ni el cuello, ni nunca me habían dado un beso lloviendo, ni viera unas medias tan rotas como las tuyas, nunca le perdiera las llaves a nadie, y hasta la fecha, no gastara un euro en nada que no fuese para mi, y por ti perdería el trabajo. Nunca había querido así, y podría explicarte cuales fueron tus gestos exactos de todas las veces que te tuve a mi lado, podría decirte exactamente qué cosas me enamoran de ti y a que velocidad me va el corazón cuando me miras. Y yo solo te pido que bailes a mi lado, como una peonza, que te prometo que si dejas de girar, yo te cojo y te suelto de nuevo, que no te quiero tener en la mano todo el día, que sé dejarte bailar, solo quiero que me quieras, de verdad.

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