miércoles, 14 de diciembre de 2011

14 Diciembre

Aunque alteres el orden de mi vida dos millones de veces, me hagas subir a la luna y bajar como un cohete, me hagas llegar al sol y que, justo cuando me estoy quemando, te veo venir con el vaso de agua fría, y finalmente me dejas congelada, y sola, porque si tú me quieres para mi puede ser siempre verano, o primavera, otoño invierno si prefieres, puede ser el último día de las notas con todas suspensas. Pero si me dejas sola la cosa cambia, se antoja difícil y los granitos de arena se convierten en piedras de dos metros de alto, las cancelas, son portales enormes, y los muros, fortalezas gigantescas. No es bueno, al menos no puede ser bueno, eso dicen. Pero a mi no me parece que sea malo del todo, es como un juego sencillo, yo lo coloco todo: desahogo mis penas, regalo cosas, vivo también los lunes, cambio las sábanas los sábados, duermo los viernes con mis amigas, aspiro la alfombra de mi habitación, coloco los lápices en un lapicero , miro la tele a las nueve y media y cierro siempre que me acuerdo las puertas de los armarios. Y entonces tú llegas y lo descolocas todo, cambias mis horarios, pierdes cosas y me haces buscarlas por todos lados, me sonríes y haces que todo mi mundo y las cosas que creía que estaban en su sitio ahora no tienen donde meterse, y yo lo vuelvo a recolocar todo hasta la próxima vez, y aunque el juego se repita todas las semanas, nunca pierdo toda la esperanza de que un día el juego no encuentre más variaciones, o mucho mejor, deje de ser juego para ser algo más.. Y ese día si llega, aunque debería dejarte en la puerta de mi casa, seguramente seguiré esperándote detrás de ella siempre que me quieras, y me limitaré a ser feliz a tu lado, a invertir en una cuenta conjunta en el banco aun con el riesgo de quedar desplumada con otro desamor de tu calibre. Y yo podría aguantarlo todo, otra vez, sin ninguna duda, todo, las noches que pase a tu lado y las que no, tus malas caras, los besos que no me diste y los abrazos que no me hicieron falta. Todos los lloros a las tres de la mañana en un balcón con cigarrillos , los hombres que no te llegaban a la suela de los zapatos, todas las canciones que hablaron de ti durante tanto tiempo. Todo, siempre.

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